“Ser libres exige verdad y unidad”, sostuvo el Obispo en el Tedeum

Tras el acto central por el Día de la Independencia, se celebró el Solemne Tedeum en la Catedral de Concepción. El obispo de la Diócesis, José Díaz, reflexionó sobre el verdadero sentido de la libertad y advirtió sobre los desafíos sociales y morales que enfrenta el país.

Locales09 de julio de 2025Bajo la Lupa NoticiasBajo la Lupa Noticias

Luego de la ceremonia oficial realizada en la Plaza Central de Concepción, autoridades y vecinos se dirigieron a la Iglesia Catedral para participar del Solemne Tedeum, presidido por el Obispo Diocesano, monseñor José Díaz.

Durante su homilía, el obispo vinculó el legado de los congresales de 1816 con la vocación trascendente del pueblo argentino, y llamó a renovar el compromiso con los valores fundamentales de la verdad, la unidad, la fraternidad y la esperanza.

“Queridos hermanos, celebrando el nuevo aniversario de la Declaración de Independencia acá en esta tierra en donde se celebró ese Congreso General Constituyente, tenemos la oportunidad de dar gracias a Dios, como lo hicieron los mismos congresistas luego de la firma de la declaración. Desde el principio, Argentina reconoció el valor y los valores trascendentes, el valor que tiene Dios en la construcción de un pueblo, que supo hacer caminar al pueblo de Israel por el desierto durante 40 años, constituyendo los pueblos.

Y por supuesto, en medio de ese caminar hubo luces y sombras, como nosotros también las hemos padecido y vivido. De esa determinación valiente de aquellos que se convocaron y firmaron esta declaración, nace un imperativo: el imperativo de ser libres. La identidad de un pueblo se constituye justamente a partir de poder encontrar senderos de libertad, lo cual conlleva una condición heredada, pero a la vez asumida generación tras generación. Ser libres implica una renovación y un aprendizaje constante. Todos los días estamos optando por vivir en libertad, superando las tendencias contrarias que nos esclavizan.”

Monseñor Díaz advirtió sobre el riesgo de las “nuevas esclavitudes” y señaló, “El pueblo de Israel, mientras iba caminando por el desierto, encontró muchas dificultades, y la primera tentación que tuvo fue la de volver a Egipto, porque extrañaba la comida, extrañaba tener lo suficiente para vivir dignamente. Porque caminaban por el desierto. Hay ciertas tentaciones que nos vuelven a esclavitudes anteriores, y es como que no cobramos conciencia de cuán libres somos o no, porque de a poco nos vamos acostumbrando. Pero no se puede crecer en libertad y aprender a ser libres si no se vive en la verdad y en la unidad. Un pueblo necesita la verdad y necesita de la fraternidad, que es fruto de la unidad.

No podemos renunciar a la búsqueda honesta de la verdad, la cual debe regir nuestros diálogos, intercambios, opciones de vida, proyectos personales y comunitarios. Como tampoco podemos crecer en libertad si no vivimos en unidad y fraternidad. Ser libres conlleva construir una patria de hermanos, en donde todos nos sintamos corresponsables.”

El Obispo también hizo una crítica al deterioro de la vida política y social, “Quizás una de las notas características de nuestra convivencia política, en la construcción de nuestra patria, ha sido anteponer las conveniencias a la verdad, a la unidad y a la fraternidad. Esto conlleva cultivar la amistad social, que también implica avanzar en la cultura del cuidado. Una patria comprometida con los más vulnerables, con aquellos que no pueden defenderse, con aquellos que están indefensos: los niños, en primer lugar, los que aún no nacieron, que también son ciudadanos, hijos de nuestro pueblo, miembros de nuestra patria.

Si no respetamos la dignidad humana desde su inicio, viviremos en la injusticia y seguiremos llevando a nuestras conciencias la pesada carga de la sistemática eliminación de seres humanos inocentes. Pero también nuestros abuelos, a quienes no se les reconoce plenamente sus derechos, aquellos que viven por debajo de las condiciones mínimas para una vida digna por falta de trabajo o de un ingreso suficiente.”

En su mensaje, el pastor diocesano se refirió a una de las problemáticas más acuciantes, “Con esto también aparecen en el escenario unas amenazas muy fuertes de la mano del narcotráfico, que se hace sentir cada vez con mayor fuerza en nuestra sociedad, contaminando todos los ámbitos de la vida social, incluso en altos niveles de poder. Si bien eso no es novedad —con ella ya convivimos desde hace mucho tiempo— nunca la vimos tan cerca y con tanto desparpajo entre nosotros.

Frenar el avance del tráfico y del consumo de drogas es una necesidad imperiosa para vivir en libertad. Que no nos gane la indiferencia y la permisividad que permite el sepulcro accionar de quienes lucran con la vida de nuestros jóvenes. Tenemos el deber de cuidar a las nuevas generaciones y abrirles un horizonte de esperanza. La Patria es como una familia: cuando los padres, que son los responsables, dejan de cuidar a sus hijos, entonces los hijos pierden la orientación en la vida, dejan de ser cuidados y terminan desamparados en la calle.”

Finalmente, el obispo concluyó con una mirada esperanzadora, “Estamos viviendo este Año de la Unidad, en el que queremos reconocernos como peregrinos de la esperanza. Nuestra Patria necesita caminar con un horizonte abierto. La esperanza es sin futuro si no visualiza un futuro promisorio. No se activa. Tenemos más miedo al estancamiento y a vivir un presente inseguro. Por eso necesitamos crecer en la esperanza, que es abrirnos a un desarrollo pleno, integral, de toda la sociedad y de todas las personas que la conforman.

Que la Virgen nos ampare y nos proteja en esta tarea.”

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