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El test positivo del presidente republicano cambia el curso de la campaña electoral y genera dudas sobre su futuro político.

Mundo 02 de octubre de 2020 Bajo la Lupa Noticias Bajo la Lupa Noticias
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El presidente Donald Trump tiene coronavirus. La noticia, que muchos especularon ocurriría meses atrás cuando la pandemia estaba en su pico en Estados Unidos y el republicano lideraba el grupo de dignatarios negacionistas, llegó probablemente en un peor momento. A escasas cuatro semanas para las elecciones presidenciales y con la atención del mundo y los mercados sobre una contienda de la que ya no queda nada de lo conocido hasta hace unas horas.
 
La actitud despreocupada –y a veces hasta socarrona- de Trump frente a la enfermedad es de público conocimiento. Comenzó a fines de febrero, cuando aseguró que las temperaturas de abril matarían al virus mientras en China y Europa ya se alertaba de su peligrosidad. Y se mantuvo incluso hasta el martes durante el debate, cuando se burló de su rival Joe Biden por usar barbijo aun respetando la distancia social.

Fueron casi siete meses de escuchar al dirigente más poderoso del mundo conducirse erráticamente, promover teorías conspirativas, convertir una pandemia en otro argumento contra Pekín y enfrentarse a sus propios asesores expertos para proclamar que el final del coronavirus estaba cerca.

Pero la realidad es que Donald Trump tiene coronavirus. El magante se encuentra dentro de los grupos de riesgo por su edad, 74 años, y su sobrepeso. Su test positivo es, coinciden analistas, la mayor amenaza a la salud de un mandatario en funciones en toda la historia de Estados Unidos.

No sorprende que el correlato empírico de categórica afirmación sea el de sumir a la principal potencia mundial en la incertidumbre. Una palabra que durante las próximas horas se apoderará de toda la información relacionada a los mercados globales, el curso de grandes decisiones que deben tomarse desde Washington y la elección presidencial del 3 de noviembre.

De la campaña electoral, ya trastocada por las restricciones de las cuarentenas con convenciones en streaming y en la que Trump vio dilapidarse su gestión económica en manos de una recesión, queda poco o nada.

Si el republicano cumple el aislamiento en los períodos aconsejados por los médicos, se perderá la mitad del tramo que resta hasta el día de los comicios, el 3 de noviembre. No tendrá actos, como los que viene realizando pese los altos índices de contagio de coronavirus, y quedará expuesto a la fragilidad de estar enfermo con un virus del que renegó.

Solo para muestra del impacto de la noticia vale destacar que el éxito que tuvo Trump en el debate, hace apenas tres días, para no rendir cuentas sobre su gestión del coronavirus y evitar que se convirtiera –como se esperaba- en el tema excluyente de esa noche, ya no existe.

No hay forma de que la atención política en Estados Unidos no gire en torno a su cuadro de Covid-19.

En el Partido Republicano, las voces más dramáticas dieron por finalizado su sueño de un segundo mandato. "Es difícil imaginar que esto no termine con sus esperanzas de reelección", dijo Rob Stutzman, un consultor republicano, señalando el "incumplimiento de las precauciones obvias" para protegerse de la enfermedad.

Otras, más medidas, ya analizan cómo la impericia de Trump terminó de convertir una carrera que a principios de año se presentaba como un cómodo paseo, en una pedregoso camino cuesta arriba.

A ese sector no lo desvela tanto que el test positivo de coronavirus enfrenta al mandatario a una realidad que menospreció, sino que hunde a Estados Unidos en la incertidumbre, en momentos en que esperaban hacer gala de cierta reactivación económica.

Para ellos, será difícil que su electorado no pase factura por generar más caos en un año marcado por la mayor imprevisibilidad para la vida de los estadounidenses desde la Gran Depresión.

Lo cierto es que con el impacto aún reciente de la noticia, el futuro puede presentarse más lúgubre de lo que efectivamente termine siendo. El presidente ha dado, en el pasado, muestras de que en política nada está escrito.

La campaña tampoco será la misma desde ahora para Joe Biden. El candidato demócrata recibirá más atención y deberá revaluar su estrategia de críticas por un modelo más propositivo. Como primera señal, y como otra muestra del errante devenir de la política en Estados Unidos, su campaña anunció acciones puerta a puerta pese a que el exvicepresidente había cuestionado en varias ocasiones que Trump lo hiciera.

El presidente Donald Trump tiene coronavirus. Su futuro político, por ahora, padece también.

FUENTE: Ámbito Financiero

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