A 20 años del atentado a las Torres Gemelas

En los ataques al World Trade Center murieron cerca de tres mil personas. La torre norte ardió durante 102 minutos y se desplomó a las 10:28 en solo 11 segundos; la sur ardió durante 56 minutos y colapsó en 9 segundos a las 9:59

Mundo 11 de septiembre de 2021 Bajo la Lupa Noticias Bajo la Lupa Noticias

El 11 de septiembre de 2001 una serie de atentados en suelo estadounidense cambiaron la historia mundial. A las 8.45 de la mañana de Nueva York un primer avión de American Airlines embistió la primera de las Torres Gemelas de 110 pisos, ubicadas en Manhattan. Dieciocho minutos después, a las 9.03, un segundo avión impactó en la torre sur.

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La torre norte ardió durante 102 minutos y se desplomó a las 10.28 en solo 11 segundos; la sur ardió durante 56 minutos y colapsó en 9 segundos a las 9.59.

Según publica la BBC Mundo, científicos del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), que investigaron las causas estructurales de los derrumbes llegaron a la conclusión que estos se debieron al severo daño estructural que causaron los choques de los aviones en cada edificio y a la cadena de incendios que se expandieron a lo largo de varios pisos.

Estos estudios coincidieron con los que el gobierno de Estados Unidos le encargó al Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST) y que fueron difundidos en 2008.

“Si no hubiese habido incendio, los edificios no se habrían derrumbado y si hubiese habido únicamente incendio, sin el daño estructural, tampoco se habrían venido abajo”, dijo a la BBC el ingeniero civil Eduardo Kausel, profesor emérito en el Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

Según el informe del NIST, el impacto “dañó severamente” las columnas y desprendió el aislamiento contraincendios que recubría el entramado de vigas y columnas de acero. “La vibración del choque hizo que el recubrimiento antifuego del acero se fracturara, con lo cual las vigas quedaron más expuestas al fuego”, explica Kausel.

Así, el daño estructural le abrió camino a las llamas, que a su vez iban causando más daño estructural. Mientras eso ocurría, las temperaturas, que llegaban a los 1.000 °C, hacían que los vidrios de las ventanas se dilataran y se rompieran, con lo cual entraba aire que servía de alimento al fuego. “El fuego se autoalimentó de aire y por eso se propagó”, dice Kausel.

El intenso calor dilató las vigas y las losas de cada piso, lo que causó que se separaran. Además, la dilatación de las vigas también empujó las columnas hacia afuera.

Más adelante, las llamas comenzaron a derretir el acero de las vigas, volviéndolas maleables. Eso hizo que lo que antes eran estructuras rígidas, ahora parecieran cuerdas que al arquearse comenzaron a impulsar hacia adentro las columnas a las que estaban unidas. Esta combinación fue fatal y precipitó el colapso.

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