Puedes estar conviviendo con una persona tóxica sin darte cuenta

En su última obra 'Convivir y compartir' la psicóloga Laura Rojas-Marcos invita a reaprender a gestionar nuestras relaciones interpersonales.

Sociedad 10 de diciembre de 2021 Bajo la Lupa Noticias Bajo la Lupa Noticias

Nos minan la autoestima, desestabilizan nuestro sentido de la seguridad y desequilibran nuestra paz interior. A menudo nos referimos a este tipo de personas como «tóxicas» o dañinas pero lo cierto es que, tal como explica la psicóloga Laura Rojas-Marcos, no resultan tan fáciles de identificar y a veces las podemos tener más cerca de lo que creemos. «Todos podemos ser tóxicos en algún momento porque somos imperfectos, porque tenemos días malos y porque cualquier persona puede caer en el abismo de la queja, de la frustración y la negatividad», argumenta.

Pero la cuestión es que estas personas no siempre nos producen malestar o al menos no durante todo el tiempo. Por eso aprender a detectar a ese enemigo externo de nuestra paz interior puede ser una labor tediosa que requiere paciencia, introspección, sabiduría crítica, humildad y tener la capacidad para desmontar nuestra realidad con la mayor objetividad posible, según explica la psicóloga en su obra ' Convivir y compartir' (Grijalbo). 

Lo que sí es cierto, tal como apunta la autora, es que, a pesar de que todos podemos llegar a ser tóxicos o cometer errores en algún momento, sí que se da el caso de algunas personas que son tóxicas en el sentido más destructivo de la palabra. Y se distinguen porque en ellas es posible percibir «perversión, intención y negatividad».

Para identificar a esas personas a las que la psicóloga califica como «timadores o estafadores emocionales» propone bucear en los diferentes perfiles de 'toxicidad':

Los manipuladores son aquellos que usan la culpa (y todas las emociones asociadas a ella) para hacer un chantaje emocional y usarla como moneda de cambio para controlar y manipular desde el egoísmo, pues su única intención es satisfacer sus propias necesidades. «En el campo de la psicología denominamos a este tipo de personas como narcisistas. Suelen tener un cierto encanto, son capaces de liar y enredar pero están centrados en sí mismos. Quieren lo que quieren y no les importa mucho lo que suceda con los demás», explica.

Los quejicas pesimistas son aquellos que continuamente caen en la queja, viven permanentemente en ella y además conectan con ostras personas desde la queja. «Lo curioso es que en lugar de usar la queja como un desahogo o de una manera constructiva se recrean navegando en ese océano de pesimismo. Esa queja constante mina a otras personas y daña las relaciones», aclara Rojas-Marcos.

Los que siempre tienen excusas y padecen 'excusitis' (parafraseando un término usado por Álex Rovira, según apunta la psicóloga) son aquellas personas en las que no se puede confiar porque o bien nunca se comprometen o rompen su palabra a menudo. Incluso llegan a justificar los motivos por los que no cumplen su palabra. Según la psicóloga este tipo de personas suele hacer daño porque producen estrés y ansiedad y es algo que suele suceder en el entorno de la pareja o incluso de la familia.

Los rígidos o inflexibles critican y machacan y parecen tener un «disco duro» especialmente dotado para recordar todos los errores que cometen los demás. «Son persona que viven desde el resentimiento y desde el rencor y suponen un sufrimiento tanto para los de su entorno como para ellos mismos», apunta la experta.

Los que son aparentemente generosos y siempre parecen dispuestos a hacer favores pueden llegar a ser tóxicos si lo hacen para echarlo después en cara o para mantener a la otra persona controlada porque «le debe un favor».

Por último los agresivos que son, en opinión de Rojas-Marcos, los que provocan un mayor malestar emocional porque generan un estado de tensión continuo. «Suelen ser personas agresivas, violentas, hostiles, amenazantes y chantajistas. Pero no son ladinos sino que apelan directamente a las emociones primarias como el miedo», aclara.

Yo diría, no obstante, que los mayores tóxicos son los agresivos. Las personas agresivas, violentas, hostiles, chantajistas y amenazantes (usan el miedo primario de la amenaza). Estas son las que provocan un peor malestar emocional porque hacen que estemos en tensión continuamente.

Protegerse no es contraatacar

Cuando se identifica a una persona tóxica a menudo el instinto nos puede llevar a una confrontación directa o incluso a contraatacar con la misma agresividad con la que nos hemos sentido agredidos. Sin embargo la psicóloga explica que en la mayoría de los casos esa respuesta no es ni la más constructiva ni la más beneficiosa porque en realidad no es la que resuelve la situación. Para ejemplificar ese caso cita las reflexiones de Sun Tzu en su obra 'El arte de la guerra':

«La victoria completa se produce cuando el ejército no lucha, la ciudad no es asediada, la destrucción no se prolonga durante mucho tiempo y, en cada caso el enemigo es vencido por el empleo de la estrategia». Así, apunta que el hecho de no enfrentarnos no quiere decir que nos hayan derrotado o que seamos unos cobardes, sino todo lo contrario.

Por eso una de las claves para gestionar la relación con las personas tóxicas es «elegir nuestras batallas» y «decidir con cabeza cómo vamos a gestionar el hostigamiento o la provocación de esa persona», pues solo así evitaremos caer en el desgaste y en el deterioro anímico. «Unas veces podremos hablar desde el respeto y la escucha activa, pero otras tal vez nos veamos obligados a darnos media vuelta o incluso a pedir ayuda. En muchos casos la mejor opción es poner límites desde la calma y evitar reaccionar, pero en otras ocasiones es mejor apartarse física y emocionalmente de esa persona», explica.

A la hora de poner límites no solo es necesario conocerse y tener claro por qué dices «no quiero», «no puedo» o «no me gusta», sino que también es importante transmitirlo. «Tener una actitud asertiva y aprender a decir que 'no' desde la autoconfianza nos ayuda mucho en las relaciones interpersonales, especialmente a la hora de resolver conflictos. Es cierto que a veces es poco agradable decir a alguien que no, pero el resentimiento y el rencor que puede surgir si no lo hemos dicho cuando debíamos puede producirnos un malestar aún mayor», alerta Rojas-Marcos.

Pero para que estos límites sean efectivos nos propone ejercitar el autocontrol como si fuera un músculo porque si no, se atrofia. Aprender a morderse la lengua para no dejarse llevar por el caballo desbocado de la ira o la rabia y a tolerar la frustración puede ahorrarnos muchos disgustos. «Decir todo lo que pensamos y todo lo que sentimos puede llevarnos a pasarnos de la raya y a inmolarnos a nosotros mismos. Es lo que llamo el sincericidio y es un actitud que destruye relaciones y también a uno mismo», revela.

Tratarnos con amabilidad

Para recuperarse del daño causado por una persona tóxica la psicóloga aconseja tratar con amabilidad nuestro propio dolor y aplicar la empatía hacia uno mismo. «Una de las prácticas que ayuda a ser más conciliador en ese monólogo interno es evitar caer en trampas mentales catastrofistas. Para ello nos resultará útil evitar creencias que giren en torno a las palabras 'todo', 'nada', 'siempre' y 'nunca' y a la expresión 'debería'. Sentir que somos parte activa en lo que nos está sucediendo es más enriquecedor que sentir obligación o victimismo», apunta.

Y lo mismo sucede con el grado de importancia de otorgamos al malestar que nos produce cada cosa porque cuanto más le demos, más nos afectará. «Relativizar y no creer todo lo que nos dicen ni todo lo que sentimos nos ayudará a evitar caer en un pozo de emociones intensas y desproporcionadas que desdibujan la realidad y crean recuerdos y emociones falsos o 'fake feelings'», concluye.

Así es la autora

Laura Rojas-Marcos (Nueva York, 1970) es doctora en Psicología Clínica y de la Salud, licenciada en Psicología por la Universidad de Nueva York y tiene un máster en Psicología por la Universidad Yeshiva de Albert Einstein de Nueva York. Durante los años que vivió en Estados Unidos ejerció la psicología en diversas instituciones de salud. En 2001, tras los atentados a las Torres Gemelas, fue voluntaria de la Cruz Roja y colaboró en Proyecto Libertad, un programa creado por el gobierno federal estadounidense para ofrecer asistencia psicológica a las víctimas.

En la actualidad es psicoterapeuta, investigadora y conferenciante, y cuenta con numerosos artículos y libros ('Hablar y aprender', 'El sentimiento de culpa', 'Somos cambio', 'La familia: de relaciones tóxicas a relaciones sanas'.

Fuente: ABC

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